martes, 28 de junio de 2011

El oficio de mi vida

Una lavadora a seco, un centrifugador y una planchadora de enormes tamaños son los objetos más preciados de Juan Carlos, un jubilado del correo de Buenos Aires, que a sus 70 años es dueño de la tintorería del barrio Villa Primera de Mar del Plata.

Cuenta que antes se acostumbraba a darle a la madre la mitad del sueldo para ayudar en los gastos de la casa. Trabajando en el correo desde las 14 hasta las 20 Juan Carlos quería salir, ir al cine o ir a bailar, pero con la mitad de su sueldo no le alcanzaba. “Necesitaba un trabajo de horarios compatibles con los del correo”, recuerda con una pequeña sonrisa asomándose en su rostro.

-¿Cómo incursionó en este oficio?-

-Yo vivía en Burzaco a 30-40 kilómetros de Capital Federal. Por las mañanas buscaba trabajo e iba a visitar a una tía que vivía en La Boca. Un mediodía, caminaba por la calle Almirante Brown y pasé por una tintorería que en la vidriera tenía un cartel que decía: “Se necesita joven medio día para mandados”. “¡Esto es lo mío!”, exclamé.-

Golpeó la puerta porque estaba cerrado y se presentó. Al dueño del lugar le llamó la atención que Juan Carlos estuviera con el uniforme del correo, pero él le expresó su necesidad de trabajar por la mañana ya que por la tarde debía ir a su otro trabajo. “Me preguntó dónde vivía y le dije la dirección de mi tía que quedaba a 8 cuadras de la tintorería, si le decía que en realidad vivía en Burzaco, probablemente no me tomara porque era muy lejos”, cuenta.

Luego de ese pequeño interrogatorio, el tintorero le dijo al empleado del correo que se presente al otro día a las 8.

“Me levanté a las 5 de la mañana para tomarme el tren a Constitución y luego tomé el colectivo. Llegué al local 7 y media”.

En la tintorería le dijeron que barriera el local y la vereda, pero Juan Carlos siempre fue una persona hiperactiva, por lo que también pasó el lampazo, barrió hasta el cordón de la calle y limpió los vidrios con alcohol. El dueño quedó encantado por la predisposición que tenía su nuevo empleado y fue a las 9 y media que le preguntó si había desayunado. Él contestó que no, entonces lo invitó a tomar café con leche y facturas con su familia.

Luego del abundante desayuno  que hizo que recobrara energía, Juan Carlos salió en una bicicleta con un gran canasto a entregar unos paquetes y al volver observó cómo debía hacer los trabajos.

Con el paso de los días, luego del desayuno y las entregas, Juan Carlos aprendió poco a poco el oficio, el dueño le contaba secretos para que él se perfeccionara y los practicaba con su uniforme del correo y con los trajes de sus hermanos mayores.

Al cabo de un tiempo, el jefe le preguntó si iba a almorzar a su casa, había notado que la casa de la tía de Juan Carlos quedaba para un lado y él se iba para el otro. Al cerrar la tintorería a las 12 y media, y vivir, en teoría, a 8 cuadras de allí, llegaba a comer al mediodía y luego ir al correo.

 “Me incomodaba seguir mintiéndole con lo bueno que era conmigo, así que le conté que en realidad vivía en Burzaco y le expliqué que le di la dirección de mi tía por miedo a que no me diera el trabajo por vivir lejos”, cuenta y continúa “El hombre entró a su casa y a los pocos minutos volvió a salir, desde ese día no sólo desayunaba con ellos, sino que también almorzaba”.

“Es por esa persona y su gran amabilidad que amo el oficio, lo aprecié mucho”, comenta emocionado Juan Carlos.

-¿Qué significa la tintorería en su vida?-

-Es impagable, me dio muchas satisfacciones y pienso que me las seguirá dando porque seguramente siga haciendo esto a los 90 años, hasta que el cuerpo me diga basta. Me gusta, es mi pasión. Estoy casado con mi oficio. Somos pocos lo que hacemos lo que nos gusta, estoy tocado por una varita mágica-

Hoy en día cambió mucho la vestimenta y la calidad de las telas las cuales facilitan a que uno mismo pueda lavar las prendas en su casa, y por eso Juan Carlos asegura que las tintorerías se están extinguiendo.

“Antes para salir aunque sea al centro la gente se vestía con trajes, ahora van de jean y remera.”, cuenta y afirma que cada vez son menos los tintoreros.

“No es un oficio que se enseña en alguna escuela, ya no hay planchadores y si los hay no pueden más con su cuerpo. Yo vengo a trabajar con las mismas ganas del primer día, con ansias de superarme y dar lo mejor”, comenta con orgullo.

Juan Carlos cuenta que hoy en día la gran mayoría de los clientes que acuden a la tintorería son personas de 50 años en adelante, que por lo general llevan trajes, sacos o frazadas.

Últimamente, se han visto cadenas de tintorerías que se sitúan en supermercados o en el microcentro de la ciudad, que se las reconoce como “tintorerías ecológicas”.

Las grandes diferencias que establece Juan Carlos entre las tintorerías ecológicas y las tradicionales, son que las primeras son rápidas pero no hacen el baño de solventes, que si bien cobran un poco menos, sólo sacan las manchas. En cambio, las tintorerías tradicionales, limpian todas la prenda que comprende en sacar las manchas, desimpregnar el polvo y los olores.

Otra diferencia que marca es que en las tintorerías ecológicas planchan a mano que si bien es a vapor, no se compara con aquellas máquinas planchadoras enormes y clásicas del rubro.

Con 55 años de oficio Juan Carlos arregla él mismo sus máquinas, pero por ejemplo si se le quema algún motor, se lo deriva a un mecánico.

“Hay casas que se dedican a venderlas usadas y reacondicionadas, otros las venden rotas y uno las tiene que arreglar. Yo opto por la segunda opción, una máquina sin funcionar debe salir alrededor de $1.500 y arreglar la parte mecánica, eléctrica o las carcasas, debe salir $2.000 aproximadamente. Una máquina nueva sale cerca de $10.000, yo ahorro y gasto $3.500”, explica mientras su señora baja las cortinas del local.

La tintorería de Juan Carlos se llama “Europa”, él decidió dejar el mismo nombre que tenía con los antiguos dueños y comenta que eso no influye para este tipo de negocio.

“En el momento que pasó a ser mío el local no me interesaba el nombre, yo quería trabajar de lo que me gusta”, cuenta. Cuando se le preguntó qué nombre le pondría miró fijamente a su mujer, y con ojos de enamorado contestó: “Ana María, o para abreviar, Anamá. Si estoy acá es por ella que me brinda todo su apoyo”.

Luego de tener en Buenos Aires una tintorería por 35 años, Juan Carlos decidió venir a Mar del Plata.

-¿Qué lo hizo venir a la ciudad?-

-Yo enviudé a los 50 años, luego, durante 2 años me dediqué a mi trabajo y a mi familia, pero sentía la necesidad de conocer gente, de salir y disfrutar sin tener que preocuparme por mis 7 hijos que ya eran grandes. A mis 5 hijas no les parecía una buena idea pero finalmente decidí venir. Tuve la suerte de conocer a Ana María, mi compañera de vida desde hace 8 años.-




Ivana Freije                             [Soundtrack: Friday I´m in love. The Cure]

miércoles, 22 de junio de 2011

Balada para un Loco

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo



Ivana Freije                [Soundtrack: Balada para un Loco. Astor Piazzola]

jueves, 16 de junio de 2011

Entrevista a Federico Deyacobbi

Federico Deyacobbi  es integrante de “Prensa de Frente” nació en homenaje a la revista peronista “Frente”, y están ligados con el Frente Popular Darío Santillán y un movimiento de desocupados.  Es un colectivo de noticias que hace periodismo militante. “Es una red alternativa, a través de la militancia tratamos de hacer un medio popular”, define y cuenta que la agrupación se formó hace ya, siete años. Se encargan de realizar análisis de problemas gremiales y sindicales, de desocupados, represiones, entre otros, y de esta manera buscan generar una “agenda  y un discurso propio”.

“Prensa de Frente” está conformada por cuatro integrantes en Buenos Aires, quince en La Plata, y en Mar del Plata está él sólo. Vuelcan la información en su página web, donde las notas van firmadas y las que no, corresponden a todos. “Somos una escapatoria del encierro y la bajada de línea de las editoriales”, asegura Deyacobbi “tratamos los mismos temas pero de distintos puntos de vista para generar debate” y comenta que tienen como proyecto lanzar un periódico, pero se dificulta porque la agencia se sustenta bajo el poder de la voluntad, “Ni siquiera tenemos un lugar físico”, comenta con tristeza y gracia a la vez.

En Mar del Plata, algunos periodistas le mandan notas y él las publica en la página, “algunas notas las escribo yo, pero soy muy limitado, no puedo escapar de los policiales, además represento al Frente Antirepresivo en la ciudad, por lo que escribo casos de represión o de gatillo fácil”

En cuanto a la participación en la agencia, el periodista asegura que “están abiertos a todos” y que generalmente las notas que les llegan son con algún dato puntual. Hoy en día están tratando el gremio periodístico, y buscan volver a los principios del sindicato.

 ”Intentamos ser un canal de comunicación”, afirma y cuenta que hace años, mediante la red de periodismo alternativo hacen contacto con medios de Latinoamérica y organizan viajes y congresos.

“En la página hay temas políticos, policiales, proyectos de comedores, editoriales, es variado”, dice Federico y cuenta que para participar sólo hay que mandar un mail con la nota.

Actualmente está cubriendo el asesinato de un joven hace dos meses en el barrio “Las Américas” donde le disparan con un arma 22 no reglamentaria. El militante bromea con tono irónico: “un hecho confuso, diría La Capital”.

“De vez en cuando una apretada no viene mal. Está bueno porque significa que los que haces lo haces bien”, Federico cuenta que nunca lo reprimieron pero tuvo problemas con la policía por investigar “cosas”, pero asegura que es parte del oficio.

Al momento de hablar sobre el periodismo actual, Deyacobbi expresa que los medios no se hacen cargo de sus propios discursos. “No se definen”, exclama con bronca en su voz, además dice que a los medios locales los ve como un monopolio.

En cuanto a la participación política, cuenta que mucho se debe a la crisis del 2001. “Hay muchas contradicciones, son todos los mismos”, asegura con picardía en su rostro, “Se pueden cambiar ideas pero no verdades”.






Ivana Freije                                [Soundtrack: Motumbo, Los Piojos]

miércoles, 15 de junio de 2011

¿Si mi oficio es tatuador?, No, soy un carnicero


Sus compañeros atendían. Él, mientras esperaba detrás de la caja, dibujaba. Con tan sólo dieciocho años, Mauricio Araya desarrollaba su oficio de carnicero con una gran particularidad: “Mientras mis compañeros atendían, yo estaba en la caja dibujando caricaturas de los clientes que entraban y cuando les cobraba les daba el dibujo”.
En sus momentos de ocio, el carnicero que nunca pudo parar de dibujar, permanecía en la Peatonal de Mar del Plata haciendo retratos que gran parte de las personas confundía con fotografías. “Desde que tengo memoria, siempre me gustó dibujar”, confiesa Mauricio quien a los quince años comenzó a tatuarse las piernas con máquinas caseras que hacía con lapiceras, y poco a poco practicaba con sus osados amigos de barrio que aún conservan los dibujos en sus cuerpos.
Como anécdota cuenta que de adolescente se tatuó con una lapicera de útiles escolares incluyendo la tinta de la misma: “Se me hizo una cáscara, una vez mientras me bañaba, me pasé la esponja y no quedó nada”, recuerda riéndose.
“Un amigo necesitaba un tatuador y me llamó”, cuenta aquel chico que hacía historietas acompañado de “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin.
“Mis primeros trabajos no eran muy buenos, pero con práctica y, sobre todo paciencia, todo se perfecciona”, “Me siento responsable al crear un dibujo en la piel de otra persona que le quedará de por vida”, y agrega que ya no se pone nervioso pero que le incomoda cuando la gente viene con muchos amigos y todos quieren ver el “paso a paso” de su trabajo.
“Me temblaba toda la mano”, pero sin miedo a los desafíos revela que su primer tatuaje en el local de su amigo, fue un águila en una espalda. “Un día pasé de visita y me pidió que agarre la máquina y ahí empecé, por suerte al cabo de media hora el águila mejoró”, recuerda ahora, después de tatuar cientos de águilas.
Mauricio, una persona humilde y sincera, ayuda a sus clientes al momento de elegir aquel dibujo que los acompañará de por vida, y explica que muchas veces las personas llevan varias ideas que entre sí no combinan, entonces él los asesora para que no malgasten el dinero y para que el día de mañana no se arrepientan.
Levantándose el pantalón, asegura que no le agradan mucho los retratos de personas fallecidas o los nombres de familiares, pero muestra que se dejó tatuar el nombre de sus padres por hacerle un favor a un amigo que quería sentir la emoción de dejar una marca en otra persona. Quería pasar por la sensación que Mauricio tiene todos los días. “No estuvo tan mal, pero lo ayudé un poco porque apretaba demasiado y se me caían las lágrimas”, se ríe.
Cuenta que el mejor trabajo que hizo fue su primer retrato a color, también recuerda que un chico se iba a grabar el nombre de un hermano, una vez marcado el contorno, le dijo de abandonar porque no soportaba el dolor.
En cuanto al tabú que se había establecido en la sociedad hace un par de años, piensa que ya desapareció, “Está volviendo una onda retro, no te olvides que los indios se tatuaban todos y no tenían ningún tipo de inconveniente”. Si bien en muchas entidades no permiten que los empleados tengan algún tatuaje, Mauricio cree que esa postura ya se podría dejar de lado ya que hoy en día la gran mayoría tiene alguno.
Es notable el gusto que tiene por Led Zeppelin, suena “Baby I´m Gonna Leave You”, y confiesa con total humildad que no se define como artista, “hago lo que hago porque me gusta y trato de explayarme en eso” y agrega que “artista” cree que es aquel que tiene mucha experiencia, quien pinta cuadros y es famoso, pero no deja de llamar “arte” a la profesión de tatuar.
“Quiero salir de lo convencional y no ser uno más”, con ganas de innovar y algo de resentimiento dice que el mundo del tatuador es como una peluquería: “Ya está todo inventado”.
Hoy en día las máquinas se “industrializaron”, es decir, se preparan para tatuar, ya están listas al igual que las agujas, en cambio antes, ellos mismos tenían que soldar aguja por aguja. “El trabajo se facilitó”, dice Mauricio y agrega que las máquinas varían hasta para las diferentes técnicas: “si tenés que delinear usas una con ciertas agujas, pero si necesitás rellenar, usas otra totalmente distinta, son herramientas muy caras, y oscilan de cien a tres mil pesos”, además cuenta que otras se cotizan en Euros, pero las diferencias son abismales, duelen menos, los trazos son más precisos.
“El tatoo, a comparación de hace diez años cambió muchísimo”, asegura Mauricio ya que había muy pocas casas que los hicieran, además las herramientas eran distintas porque se solía tatuar con agujas de coser. Para hacer delineados usaban dos o tres agujas más. “Te hacían ver las estrellas”, además cuenta que en cuanto a las técnicas se aprendían por experiencia, de boca en boca, pero ahora ya hay libros específicos. “En esto soy autodidacta, sigo siendo un carnicero”, asegura con firmeza.
“Los tatuadores natos, los de antes, están enojado con los artistas plásticos”, comenta Mauricio y deja ver una competencia interna de la labor. Toda esa rabia surge ya que el artista plástico es mucho más creativo y diseña los dibujos, en cambio el tatuador parte desde un boceto o un dibujo ya hecho. Y agrega que hoy en día el setenta por ciento de los tatuadores son artistas que pintan cuadros y tiene tanta creatividad que se animan a plasmarla en la piel. “Yo no me encasillo como artista plástico ni como tatuador de la vieja escuela, no hay que olvidar que soy carnicero”, dice a pesar de la cantidad de personas que lo buscan para que sea él quien los marque de por vida.
Cuando uno entra al local donde trabaja se puede percibir un ambiente de compañerismo, a tal punto que además de enseñarse entre ellos como colocar aros, también tatúan juntos. “Al dueño le estamos tatuando la espalda de negro, yo estoy de un lado y un compañero del otro, ya le tatuamos el pecho de a dos, es cómodo, rápido y fácil”, comenta.
Debajo de sus mangas una capa de tinta lo resguarda del frío, y dice: “Si algún día me quisiera borrar esto, no podría”, él tiene los brazos tatuados con tribales en negro y comenta que hace unos años, intentaban borrar tatuajes despigamentando la piel. Como los resultados no eran favorables, lo dejaron de hacer y lo que ellos ofrecen es taparlo con otro. En cuanto al método por láser nunca presenció una sesión, y no sabe cuáles son realmente los resultados, vio videos en internet donde hay dos personas con gafas negras y pasan una especie de pistola que va levantando la piel como si estuviese en ebullición. “Algunos me dijeron que te queda la piel blanca, otros que se levanta o que no se borra del todo”.
En cuanto a las modificaciones corporales, cuenta que existe el dranding que es con calor y la escarificación que es mediante cortes con bisturí donde se hacen figuras no muy complejas como una estrella ó signos.
Se puede tatuar cualquier parte del cuerpo, hasta los ojos, y en internet está circulando una foto de una lengua tatuada que lleva a muchas personas a querer hacérselo. “La foto está trucada, no se puede tatuar”, y agrega que la lengua no es piel y está recubierta por papilas gustativas y si se la llega a tatuar no sentiría nunca más un gusto. Otra anécdota fue cuando se presentó una pareja y el hombre se quería tatuar el nombre de su novia en el miembro. “Se lo hizo, pero lo tatuó un compañero”, y entre risas agrega que nunca lo había hecho y tampoco tenía idea, más allá que lo hubiese incomodado mucho la situación.
Mauricio comenta que si bien muchos que visitan el local son menores, ellos no los tatúan ni les realizan piercings aún con autorización porque no pueden constatar que realmente sean los padres quienes firman el permiso. “Se pierde mucha plata de cada diez clientes, siete son menores de edad, pero hay una ley que prohíbe tener contacto con ellos”, afirma.
Además de tatuar está empezando a colocar piercing faciales, pero aún no, en los genitales, los surface, que son aros que se colocan sobre la piel, o los micro dermales que se incrustan debajo de la piel, dejando ver solo una bolita de metal. Además afirma que a quien se le infecta un aro o un tatuaje es porque no se lo cuidó bien.
“El significado de los tatuajes, depende de la sociedad, la cultura y el estilo de vida de cada uno”, explica Mauricio, en Nueva Zelanda, para los maoríes, cada línea o figura tiene un significado y el tatuador es la conexión de Dios con el hombre terrenal, es una persona con mucha experiencia y sus técnicas y herramientas son más rudimentarias, “es algo más cultural”. En nuestra sociedad el tatuaje es algo decorativo, “es para adornar la piel”.
Las estrellas, las letras y los nombres, son las “decoraciones” que más demanda tienen, “eso corta con la creatividad que pueda yo tener”, comenta y agrega que muchas personas no se animan a “adornarse” con ideas que surgen de aquel joven que pintaba y dibujaba con lápices escolares, debido a que nunca lo vieron. “Quiero marcar un estilo, como hay tatuadores que son conocidos porque sus trabajos con diversas técnicas como es el puntillismo, yo quiero que me reconozcan por mi técnica y no por los tatuajes que me piden”. Pero asegura no desmerecer a los tatuajes más pedidos debido a que tienen sus pros y sus contras, “es fácil de hacer y deja plata, pero por otro lado es muy aburrido y lo hacés ya sin ganas”.
“¿Si alguien me pide que diseñe libremente un tatuaje?, trataría de ver a la persona como un todo, ver qué estilo le iría mejor y recién ahí podría empezar a bocetar”.
Para imponer su estilo, explica que lo principal que debe hacer es buscar en qué encasillarse, hacer varios diseños en tamaño grande y buscar alguien que se lo quiera tatuar para después mostrarlo como ejemplo. También da a conocer que dentro de los tatuajes hay varios estilos como puede ser el “tradicional” que son dibujos representativos muy básicos, el “new school” que son figuras como las del tradicional pero con más detalles y colores, existe el “black and grey” con degradé de negro, el “surrealismo”, el estilo oriental cuyo dibujo más común es el pez coi, y a esos estilos se suman los tribales.
“¡¡¿Qué te hiciste?!!”, grita su madre con cada “decoración nueva”. Con treinta y siete años, piernas y brazos tatuados, aros expansores en sus orejas y muchísima humildad, Mauricio reparte su arte en los cuerpos de los demás hace ya casi cinco años, y en busca de imponer su estilo, recalca: “si me preguntan mi profesión, contesto carnicero”.
Ivana Freije [Soundtrack: It´s a long way to the top. AC-DC]

martes, 14 de junio de 2011

"Las lentes son para el sol y para la gente que me da asco"


Luca George Prodan nació en Roma el 17 de Mayo de 1953, dueño de una personalidad enigmática y líder del grupo musical, "Sumo". "Sumo es algo que hace tu abuela cuando no tiene nada que pensar", expresó el italiano.

Tras haber sido detenido en su país natal por tenencia de marihuana, viajó a Londres como también a gran parte de Europa y hasta llegó a conocer el norte de África. Al volver a Roma lo detuvieron nuevamente por no haber hecho el servicio militar. "Para la ley italiana yo soy un enfermo mental. Cuando me quisieron meter en la colimba dije NO. Por eso estuve preso dos veces en la cárcel militar hasta que me agarró un médico y me dio el artículo 28B, que quiere decir que soy enfermo mental. El 28A, era puto y el 28C, drogadicto. A mi me pusieron en B y me avisaron que a partir de ese momento no iba a poder votar más ni laburar en empleo público. Me cagué de risa... Qué éxito", relató "el pelado".

La historia comienza cuando Luca vino a Argentina con la intención de curarse de su adicción a la heroína, se situó en Traslasierra, Córdoba en 1981.

Rodeado de naturaleza, no sólo se recuperó físicamente, sino también espiritualmente. Sin hablar una sola palabra en castellano, no se imaginó que a pesar de escapar de la Interpol, de salvarse de una hepatitis, una cirrosis hepática iba a ser su asesina en 1987.

Increíble es pensar que Prodan haya ido al mismo colegio que el príncipe Carlos de Inglaterra. Espíritu errante que con su sonrisa irónica jugó su propio juego en el terreno de un mundo hostil.

Argentino por adopción, Luca vivió la vida de tal manera, con tanta intensidad que pocos podían ostentar.

Para algunos un vago, pordiosero. Para otros, un príncipe sin corona.








Ivana Freije [Soundtrack: Solid Air, Luca Prodan]